En septiembre de 2017 se han registrado dos casos. Las víctimas, niños de 2 años. Uno en Caracas; otro en Maracaibo. En ambas situaciones, las madres –muy jóvenes– contaron con la complicidad de los padrastros de esos menores.
Las ciudades de Caracas y Maracaibo –dos extremos de país– han sido noticia roja en septiembre por estos dos casos que, aunque distintos, ocurrieron casi simultáneamente. El delito, perpetrado por sus madres, se llama filicidio.
“Frente a una situación como esta, tan extrema, uno se pregunta: va a ser una norma, algo frecuente?”, cuestiona Gloria Perdomo, doctora en Ciencias Sociales y coordinadora del Laboratorio de Ciencias Sociales, LACSO.
Perdomo, también miembro del Observatorio Venezolano de Violencia, OVV, se interroga si la situación suscitada primero en Caricuao, Caracas, y replicada en Maracaibo, Zulia, representa un hecho que debe plantearse en términos de crueldad solo ocasional.
Contradice por prejuiciosas las opiniones que atribuyen las acciones a “muchachas de determinadas zonas” donde supuestamente vive “gente desalmada”.
La profesora Gloria Perdomo trabaja con la fundación defensora de los derechos infantiles y adolescentes Luz y Vida, en Petare, y sobre la base de esa experiencia comunal asegura que “es evidente que lo que está ocurriendo es una forma grave de ese deterioro social del país y que influye en la familia entendida como espacio de protección”.
“La familia está dejando de ser familia, es decir, un núcleo de formación de vínculos, y esto se ha venido deteriorando de manera importante en los últimos años, porque los jefes, que son los padres, están preocupados en la función de producción económica buscando la plata y los alimentos que no se consiguen”.
Para esta analista de la violencia, se ha desatendido la tarea de socialización de los hijos, que incluye lo afectivo y los valores.
Eso explica, según su opinión, las muestras de desapego en los sentimientos de los adolescentes, quienes preferirían lo “pragmático”, lo “material”.
“Están pendientes de tener acceso a lo que les haga la vida fácil –reprocha– y eso tiene que ver con un proceso de deterioro de la familia”.
Venezuela castiga a sus hijos
El estudio Acabar con la violencia contra niños, niñas y adolescentes, de Naciones Unidas admite que se trata de un problema global.
Los castigos crueles y humillantes, además de trato negligente, abandono y abuso sexual, entre otras formas de violencia, existen desde “civilizaciones antiguas”.
Pero en el presente, subraya el informe, se ha tornado “grave”, produciéndose en todos los países y se atribuyen a un arraigo de “prácticas culturales, económicas y sociales”.
Tan solo en Estados Unidos, entre los países con cifras lamentables de violencia infantil del mundo industrializado, se enumeraron 1580 casos de niños que murieron por abuso o negligencia en 2014. Esto, según un informe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades.
Pero, ¿cómo está Venezuela?
A los 2 años nadie tiene conciencia propia
Para el sociólogo Luis Cedeño, director de Paz Activa, estos crímenes levantan críticas que nos hace preguntar por qué pasan. No siempre hay una respuesta a mano.
“Causan conmoción porque los niños, sobre todo si son bebés, son los miembros más vulnerables de la sociedad”, opina Cedeño: “A los 2 años nadie tiene conciencia propia. Por eso, causa estupor. Los bebés son los seres que deben estar más protegidos incluso por el Estado”.
Paz Activa es una asociación civil dedicada a la promoción del desarrollo humano en el ámbito de la convivencia social y la seguridad ciudadana.
Cedeño considera que en el sistema de protección del individuo, la familia es la primera línea y que si esta falla entonces se generan los cuestionamientos en torno a que nos pasa como sociedad.
El profesor Cedeño opina que ciertamente “es un delito aborrecible” y que aunque haya causa impacto general, por su recurrencia no puede hablarse de una tendencia, por lo tanto no tiene, todavía, valor estadístico.
Fuente: Caraota Digital